Hola,
A veces me gustaría ser un perro...sí, un humilde perro sí...un ser vivo, inteligente pero a la vez limitado por la valla
de un patio hermoso, cualquiera que éste fuera, con una espesa zanja de brezo
que no me dejara ver el exterior y que se me clavara en los morros cada vez que
quisiera husmear por ahí fuera…
¡Me gustaría vivir así, encerrada! Podría
parecer curioso, lo entiendo, pero es así...podría decir lo contrario pero, aunque
deba, no puedo…
A veces se me ocurre pensar cuán feliz sería así… con una
vida tranquila y apacible… sin demasiados vicios ni demasiadas virtudes, sin
demasiados anhelos ni demasiados logros, sin demasiado qué hacer ni mucho que
decir...una buena vida ¿ no?
Una vida libre de la consciencia que me otorga mi condición
de humana, libre de todo ejercicio de reflexión que durara más de unos pocos
segundos, libre de toda la carga de ver el mal y el bien (que con el tiempo he
empezado a creer que es mal también) por todas partes...
Me gustaría pensar que esa sería una buena manera de
liberarme de todo lo que veo y que no me gusta porque lo vuelvo a ver dentro de
mí…
Me gustaría ser un sencillo y simple perro y no tener que
transformar lo bueno y lo malo en algo diferente…
Me gustaría verlo y no verlo a la vez. Verlo y no contenerlo
por no tener espacio donde hacerlo o por no quererlo…
Más el perro no es por no quererlo, en todo caso es por
verlo y no tenerlo…Y el no quererlo de un posible humano-perro ya contiene la
semilla del querer verlo.
O así creo yo,
Mònica G.